Aprender a ver-se

Aprender a ver-se

 

“Cuanto mayor es el auto concienciamiento,
Mayor será la posibilidad de una elección conciente,
Afín al flujo evolutivo”
Carl Rogers

Hay una antigua metáfora que relaciona nuestra conciencia con un río.
Lo que flota en el agua como troncos, hojas, botellas vacías y aun peces, sería el flujo de los contenidos internos de nuestra conciencia.
Comúnmente nos vemos arrastrados por la corriente.
Y no solo por los estímulos externos, sino sobre todo cuando nos vemos envueltos en el remolino de nuestros pensamientos, emociones, sensaciones.

Aprender a ver-se
Si bien no es posible conocer todo cuanto ocurre en nuestro interior, podemos aprender a gozar la libertad de vivir nuestros sentimientos de manera conciente.
Podemos aprender a ver y darnos cuenta cuando estamos experimentando amor, dolor, miedo.
Para vivir la vida de manera plena, necesitamos experimentar aquello que nos recorre en nuestro interior, sin inhibiciones ni barreras.
Cuando funcionamos de este modo, avanzamos hacia la integración, hacia la totalidad.
Nuestra conciencia se amplía y nuestra vida se unifica.

Es un camino con etapas
Hay que saber que comenzar el viaje del auto conocimiento, es bien cuesta arriba.
Al igual que comenzar un largo viaje en auto, tendremos momentos de demoras, congestionamientos de tránsito, equivocaciones, momentos de mucho cansancio, pero también existe la emoción por el viaje y por el descubrimiento de lo nuevo.
El desarrollo del auto conocimiento es un camino con etapas.

Es un desafío
En nuestra cultura no estamos acostumbrados a practicar la atención conciente, con lo cual, cuando comencemos el camino, aparecerán en la primer etapa inquietud,
indisciplina, distracción, actividad mental desenfrenada.
Descubrir nuestra distracción puede que nos disguste.
Y lo mejor es ver claramente que estamos distraídos, entonces esa conciencia de la distracción es en sí misma progreso.
Una vez que se reconoce, la confusión comienza a despejarse.

La intimidad nos protege la dignidad
Desarrollar la habilidad de enfocar concientemente la atención, creando un espacio de intimidad individual, nos protege nuestra dignidad.
Como resultado de esto, también se desarrollan los valores de libertad personal y de participación responsable en la sociedad.

Trabajo Personal
Practicar la auto-observación y el discernimiento
Durante la semana, registra una situación en la cual te veas a ti mismo vinculándote con otra persona.
Recuerda lo más detalladamente la situación y trata de discernir:
1-Qué sensaciones se produjeron en tu cuerpo en esas circunstancias; y
2-Qué emociones sentiste.
Profundiza en las que están en capas más profundas de la conciencia.
Por ejemplo si sentiste alegría y simpatía, pero por debajo de eso quizás además sentías miedo de ser rechazado, vergüenza por creerte torpe, etc.
3-Qué impresión quieres causarle a la otra persona.
Por ejemplo: soy una buena persona, soy servicial, soy duro, temible, soy ingenuo y frágil, etc.

Necesitamos aprender a ver para conocer

Tomar nota de lo que advertimos y profundizar en estas observaciones, va creando una conciencia de qué se mueve en nuestro interior.
La práctica de este ejercicio es indispensable para verse a sí mismo, para conocer los contenidos de la conciencia: pensamientos, emociones, sensaciones, ideas, etc.
Y es importante también aprender a observar esos contenidos internos sin rechazarlos, ni juzgarlos. Sino con una mirada de aceptación a esto que es.
Aprender a verse, implicará sacar la cabeza del agua.
Luego, la práctica nos ayudará a avanzar.
Hasta que aprendamos a mirar el río desde la orilla.

Síntesis
Para vivir plenamente, necesitamos experimentar todo cuanto ocurre en nuestro interior, sin barreras ni inhibiciones.
Entrenarnos en la observación y el discernimiento en un mundo que parece volverse loco, es una actitud de responsabilidad; es un modo de amar al mundo del que somos parte y contribuir a su bienestar.

Para reflexionar
“Hay momentos en nuestras vidas, instantes en nuestros días,
en los que vemos más allá de lo usual.
Nos volvemos clarividentes y alcanzamos la realidad.
Esos son los momentos de mayor felicidad y sabiduría.
Está en la naturaleza de todos los hombres tener esos momentos pero, bajo las condiciones en las que vivimos, sólo unos pocos los sostienen y hallan en ellos su expresión.”
Robert Henri

La espiritualidad nos ilumina el camino
“Mantengan sus lámparas encendidas”
Mt. 5, 14.

Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso;
pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras.
Y, si la luz que hay en ti es oscuridad,
¡qué oscuridad habrá!»
María Guadalupe Buttera G.

PorMaría Guadalupe Buttera G.

Nací en Santa Fe, Argentina, el 17 de abril de 1966. Me desempeño como Escritora y Comunicadora sobre Desarrollo Personal y Espiritual, facilitando procesos de transformación interior. Op. en Psicología Social. Counselor.

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