El Glamour

El Glamour

Texto del libro “El Camino de la Entrega”, de David Hawkins, página 75-77

El Glamour es un tema a entender de gran utilidad. Una vez que lo entendemos, facilita en gran medida el dejar ir de los deseos. El libro Espejismo (Glamour): Un Problema Mundial (1950), de Alice Bailey, presenta todo el tema con maestría.

Si nos fijamos en algo que queremos, podemos empezar distinguiendo entre la cosa en si misma frente al aura, la pátina, el flash, y el efecto magnético de atracción de una calidad que podemos mejor describir como “glamour”. Es esta disparidad entre lo que una cosa es en sí misma, y el glamour con el que nos hemos unido a ello, lo que lleva a la desilusión.

Muy a menudo hemos perseguido algún objetivo y, luego, cuando lo logramos, estuvimos decepcionados. Esto es porque la cosa en si misma no coincide con nuestras representaciones de ella.
Glamour significa que le hemos añadido sentimentalismo o lo hemos hecho más grande que la vida.
Hemos proyectado sobre una cosa una cualidad mágica que de alguna manera nos lleva a pensar que, una vez la adquiramos, mágicamente alcanzaremos un estado más elevado de felicidad y satisfacción.

Esto sucede muy a menudo con las metas profesionales. Un hombre trabaja año tras año luchando por convertirse en presidente de la compañía o ser importante y destacar de alguna otra forma. Cuando lo logra, espera experimentar toda la satisfacción y el glamour asociado a ese nivel de éxito: el peloteo de los empleados, los coches llamativos, el despacho imponente, los tratamientos, la autoridad, y los lugares exclusivos. Pero lo que encuentra es que todas estas cosas son superficiales. Son compensaciones muy insuficientes por la pérdida de energía y la agonizante molienda diaria que, en realidad, requiere el puesto. Aunque imaginaba que iba a recibir admiración, lo que a menudo se encuentra en los niveles superiores es crueldad, competitividad, envidia y la interminable adulación y las manipulaciones fraudulentas que les ocurren a la gente en el poder, incluyendo los ataques paranoicos de los competidores.

Él descubre que su energía está tan agotada que no le queda energía para su vida personal; sus relaciones se deterioran. Su esposa se queja de que está demasiado cansado para hacer el amor, demasiado consumido para darle la energía que ella necesita, demasiado gastado para ser un buen padre, y demasiado cansado incluso para disfrutar de su actividad recreativa favorita.

Lo mismo ocurre con las mujeres en las áreas tradicionalmente femeninas de éxito. Una mujer piensa, por ejemplo, que si se pone el vestido de cierto diseñador para una fiesta, el vestido atraerá la atención, la adulación y la admiración, y que conseguirá cierto estatus social. Con mucho sacrificio, gasta una gran cantidad de dinero y esfuerzo en el vestido, de aquí para allá buscando complementos. Pero, ¿qué sucede? Que en la cena de la fiesta, hay algunos comentarios pasajeros sobre su vestido y eso es todo. Nadie baila con ella más de lo habitual. No es más conocida de lo que lo era antes de la fiesta. Y no recibe ninguna genuina atención adicional a la que recibía antes de la fiesta. Recibe algunas miradas hostiles, de envidia de las otras mujeres que reconocen lo que probablemente pagó por el vestido. Durante la noche, ella tiene la usual conversación con su acompañante, y se van a casa en coche sin apenas dirigirse la palabra, igual que en el pasado.

A medida que las mujeres consiguen éxitos en los ámbitos políticos y empresariales, se enfrentan a la decepción que acompaña el anhelado y glamoroso rol del liderazgo en la opinión pública. Lo que se predijo que aumentaría el prestigio y la estima traerá la crítica, la envidia y la hostilidad, -incluso el de las otras mujeres.
La experiencia de lograr su objetivo a menudo no es como pensó que iba a ser.
Recibe interminables críticas por ser una mujer conocida y por su aspecto, y puede sentir la persistente sensación de inquietud interior de que le está fallando a su familia por buscar la realización profesional.

“Ganar” no es a veces tan liberador como el glamour nos quieren hacer creer.
Las metas emocionales también son idealizadas por el sentimentalismo y la emotividad.
Una cierta excitación es proyectada sobre acontecimientos emotivos (por ejemplo, una reunión, una primera cita, o ser elegido presidente de la clase). Se hace para que parezcan más importantes de lo que realmente son en el curso general de los acontecimientos. Después de que el acontecimiento pasa, la vida sigue igual y se produce la decepción.

El investir de glamour, por supuesto, es absolutamente obvio en la publicidad.
Aquí la vemos sui generis. El cowboy es investido del glamour de la masculinidad, y la bailarina de ballet es investida del glamour de la feminidad. Los hombres se sienten atraídos por la personalidad, no por la marca; así, el cowboy representa el glamour de lo masculino que es resistente, fresco, suave, y está al mando.
Las proyecciones de los consumidores sobre el producto es que les dará esos rasgos de personalidad deseados.

La glamorización es vivir en un nivel de fantasía. 
Por lo tanto, cuando procedemos a dejar lo deseado, hay que diseccionar lo que hay de exageración, fantasía y romanticismo. Una vez que hemos renunciado al glamour, será relativamente fácil entregar el propio deseo. Si dejas el romanticismo del cowboy, por ejemplo, el cigarrillo o la hamburguesa de queso que tenia entre las manos en el anuncio perderá su atractivo. De hecho, para nuestra sorpresa, encontramos una y otra vez que el deseo que se adjuntó a la fantasía glamorosa; no era real desde el principio. Porque no había ninguna realidad en el, el mundo está constantemente vendiéndonos deshonestidad, sirviendo a nuestro deseos de aspecto romántico, glamorizado. Nos prometen hacernos más importantes desde una ilusión.

El glamour a ese nivel de deshonestidad es una falsificación.

La mente protesta: “¿Tengo que renunciar a toda esa emoción del glamour?
¿Tengo que dejar mis imágenes de gratificación emocional y excitación?”
La respuesta es, obviamente, “No.” No tenemos que renunciar a ello en absoluto. Y podremos alcanzar las metas sin esfuerzo y más fácilmente una vez que seamos conscientes de lo que estamos eligiendo. Podemos tenerlas directamente. Podemos ser atractivos, pero no lo conseguiremos de una manera falsa, como por conducir un cierto estilo de coche. Vamos a conseguirlo mediante el abandono de nuestra pequeñez y apropiándonos de nuestra real grandeza, y de este modo reflejándola al mundo. Podemos convertirnos fácilmente en esa persona emocionante que la gente está ansiosa por conocer. Sólo tienes que elegir ser esa persona y dejar los bloqueos que surgen al desear ser así.

Podemos tener lo que queremos directamente sin desviarse a través de alguna promesa fraudulenta que nos conducirá a la frustración y la decepción.
El camino para convertirse en esa persona emocionante que la gente quiere conocer es muy fácil. Simplemente imagina el tipo de persona que queremos ser y entrega todos los sentimientos negativos y bloqueos que nos impiden ser eso. Lo qué sucede, entonces, es que todo lo que necesitamos tener y hacer automáticamente se coloca en su lugar. Esto es porque, en contraste al tener y hacer, el nivel del ser tiene mayor poder y energía. Cuando se le da prioridad, automáticamente integra y organiza las actividades de uno. Este mecanismo se evidencia en la experiencia común, “Lo que mantenemos en la mente tiende a
manifestarse”.

María Guadalupe Buttera G.

PorMaría Guadalupe Buttera G.

Nací en Santa Fe, Argentina, el 17 de abril de 1966. Me desempeño como Escritora y Comunicadora sobre Desarrollo Personal y Espiritual, facilitando procesos de transformación interior. Op. en Psicología Social. Counselor.

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