El PECADO, LA CULPA y EL MIEDO
Por Kenneth Wapnick. Introducción Básica a Un Curso de Milagros
Hay tres ideas claves para comprender el sistema de pensamiento del ego.
Son las piedras angulares de todo el sistema y estas son:
Cuando veas la palabra “pecado” en el Curso siempre la podrás substituir por la palabra “separación” porque las dos palabras son lo mismo.
El pecado del cual nos sentimos más culpables, y que es la fuente de toda nuestra culpa, es el pecado de nuestra creencia en una separación de Dios.
El Curso hace referencia a ello en la primera parte del capítulo dos del texto (T-2.I.3-4).
Así que el inicio del ego es la creencia de que nos hemos separado de Dios, y esto es lo que es el pecado: la creencia de que nos hemos separado de nuestro Creador y hemos establecido un yo que está separado de nuestro verdadero Ser.
El Ser es sinónimo de Cristo. Cada vez que veas la palabra en mayúsculas “Ser” la puedes substituir por la palabra “Cristo“.
Creemos que hemos establecido un ser (con s minúscula ) el cual es nuestra verdadera identidad, y este ser es autónomo de nuestro Ser real y de Dios.
Aquí se inició todo el problema en el mundo: la creencia que somos individuos separados de Dios.
Una vez creamos que hemos cometido este pecado, o una vez creamos que hemos cometido cualquier pecado, psicológicamente es inevitable que nos sintamos culpables de lo que creemos que hemos hecho. En cierto sentido la culpa se puede definir como la experiencia de haber pecado.
Así que básicamente podemos considerar el pecado y la culpa como sinónimos una vez que creemos que hemos pecado es imposible que no creamos que somos culpables y sintamos lo que se conoce como culpa.
Cuando
Un curso de milagros habla de culpa utiliza la palabra en forma distinta a cómo se usa comúnmente, casi siempre con la connotación de que me siento culpable de lo que he hecho o no he hecho. La culpa siempre va junto con cosas específicas de nuestro pasado. Pero estas experiencias conscientes de culpa son sólo como la punta de un TÉMPANO DE HIELO.
Si piensas en un TÉMPANO DE HIELO, debajo de la superficie del mar está la MASA ENORME que representaría lo que es la CULPA .
La culpa es realmente la suma total de nuestros sentimientos, creencias y experiencias negativas que hayamos tenido sobre nosotros mismos. Así que la culpa puede ser cualquier forma de odio o rechazo a uno mismo; sentimientos de incompetencia, fracaso, vacío; sentimientos de que nos falta algo o de que carecemos de algo o de que algo está incompleto.
La mayor parte de esta culpa es inconsciente; es por esto que el ejemplo DE UN TÉMPANO DE HIELO ES TAN ÚTIL. La mayoría de estas experiencias de cuán podridos realmente creemos que estamos están DEBAJO DE LA SUPERFICIE DE NUESTRA MENTE CONSCIENTE que, por supuesto, las hace virtualmente inaccesibles a nosotros.
La fuente fundamental de toda esta culpa es la creencia de que hemos pecado contra Dios al separarnos de El. Como resultado, nos vemos separados de todos los demás y de nuestro Ser.
Tan pronto nos sentimos culpables es imposible no creer que seremos castigados por las cosas terribles que creemos haber hecho y lo terrible que creemos que somos.
Tal como enseña el Curso, la culpa siempre exigirá castigo.
Una vez que nos sentimos culpables creemos que debemos ser castigados por nuestros pecados. Psicológicamente no hay forma de evitar ese paso. Entonces nos da miedo.
Todo miedo, no importa lo que nos parezca que es su causa en el mundo, surge de la creencia que debo ser castigado por lo que he hecho o no he hecho.
Entonces me da miedo de lo que será el castigo. Puesto que creemos que el objeto final de nuestro pecado es Dios, contra Quien hemos pecado al separarnos de El, entonces creemos que será Dios Mismo Quien nos castigará.
Cuando lees la Biblia y te encuentras con todos esos terribles pasajes donde se menciona la ira y venganza de Dios, de aquí es de donde surgen.
No tiene nada que ver con Dios como El es, PUESTO QUE DIOS ES SOLO AMOR. Sin embargo, todo tiene que ver con las PROYECCIONES de nuestra propia culpa hacia El.
No fue Dios Quien expulsó a Adán y Eva del Jardín del Edén; fueron Adán y Eva quienes se
expulsaron a ellos mismos del Jardín del Edén.
Tan pronto creemos que hemos pecado contra Dios, cosa que TODOS creemos, también
tenemos que creer que Dios nos castigará.
El Curso habla sobre los cuatro obstáculos hacia la paz, y el último obstáculo es el miedo a Dios (T 19.IV D).
Lo que hemos hecho, desde luego, es que al tenerle miedo a Dios hemos cambiado al Dios de Amor en un Dios de miedo: un Dios de odio, castigo y venganza.
Y esto es justamente lo que el ego quiere que hagamos.
Una vez que nos sentimos culpables, no importa de dónde creamos que proviene la culpa, también estamos creyendo no sólo que somos culpables sino que Dios nos va a matar.
Así Dios, Quien es nuestro Padre amoroso y nuestro único Amigo, se convierte en nuestro enemigo.
Y vaya enemigo, sobra decirlo.
Repito, este es el origen de las CREENCIAS que se encuentran en la Biblia, o en cualquier otro lugar, de que Dios es un Padre castigador. Creer que El lo es, es atribuirle las mismas cualidades del ego que tenemos.
Como dijo Voltaire, “Dios creó al hombre a Su semejanza, y luego el hombre le devolvió el cumplido“.
El Dios que creamos es realmente la imagen de nuestro propio ego.
Para meditar
LECCIÓN 223:
Dios es mi vida. No tengo otra vida que la Suya.
Estaba equivocado cuando pensaba que vivía separado de Dios, que era una entidad aparte que se movía por su cuenta, desvinculada y encasillada en un cuerpo. Ahora sé que mi vida es la de Dios, que no tengo otro hogar y que no existo aparte de Él. Él no tiene Pensamientos que no sean parte de mí, y yo no tengo ningún pensamiento que no sea de Él.
Padre nuestro, permítenos contemplar la faz de Cristo en lugar de nuestros errores. Pues nosotros que somos Tu santo Hijo somos incapaces de pecar. Queremos contemplar nuestra inocencia, pues la culpabilidad proclama que no somos Tu Hijo. Y no queremos seguir relegándote al olvido, pues nos sentimos solos aquí y anhelamos estar en el Cielo, que es nuestro hogar. Queremos regresar hoy. Nuestro Nombre es el Tuyo, y reconocemos que somos Tu Hijo.
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