LA PALABRA TIENE INMENSO PODER…
De allí que los adultos debemos tomar conciencia y empezar a ser más cuidadosos con las palabras que utilizamos en nuestra vida cotidiana.
Si observamos, es común escuchar que muchas personas dicen “esto me enferma” o en Argentina es habitual escuchar “estoy podrid@; cuando algo les disgusta, sin saber el poder de estas palabras sobre su subconsciente, que no tiene criterio ni sentido del humor, aunque uno lo diga en broma.
Pronunciado palabras agresivas nos transformamos en nuestros más terribles enemigos, haciendo que se cumpla la profecía.
Por ello, ¡a no engañarse! y tomar conciencia y protagonismo como seres co-creadores de nuestro bienestar, y en especial, en beneficio de nuestros más pequeños. Ellos son esponjas que absorben todo lo que les decimos los adultos, en especial sus padres, maestros y amigos.
Cuando somos pequeños tomamos las frases de nuestras figuras de afecto como mandatos que nos gobiernan durante gran parte de nuestras vidas, hasta que hacemos un proceso para poder sanar si esos mandatos fueron y son limitantes e incapacitantes para nuestro crecimiento y desarrollo personal.
Despiertos, podemos elegir utilizar de manera positiva y bondadosa el poder de la palabra, y construir una Vida más plena, utilizando palabras que nutran y ayuden a brillar a los otros en sus dones y talentos. En especial con los niños, las víctimas directas del mal uso que los adultos solemos darle a las palabras.