Los Coristas: Una película de amor y cuidado

Los Coristas: Una película de amor y cuidado

A las generaciones futuras

“No se puede tener ni mayor ni mejor dominio que el de sí mismo”
Leonardo Da Vinci
La película “Los coristas”, cuenta la historia de un internado donde conviven niños y adolescentes huérfanos o con problemas sociales, de conducta, que fueran expulsados de su medio para ser “reformados”.
El sistema de conducta impuesto por el director es sumamente autoritario, todo se mueve bajo el paradigma de “acción-reacción”, que significa: a un acto indebido- se devuelve un castigo.
En un contexto con alto grado de agresión entre profesores, prefectos y alumnos, llega un nuevo prefecto, con un estilo totalmente diferente.
Es un profesor de música que no ha tenido éxito como tal, pero aún está lleno de ideales; y luego de escucharlos canturrear en el internado, les propone formar un Coro.
Este Coro, abre nuevas perspectivas humanas para estos chicos y su maestro.
Y contagian a la institución en su conjunto.
Este maestro les posibilita un nuevo sentido a una vida que no les daba más expectativa que la exclusión. A partir de esto, aparecen nuevas conductas diferentes a la acción-reacción.
Los niños comienzan a aceptar el objetivo propuesto y se asoman como personas diferentes, capaces de lograr cosas productivas, junto con otros.
Incluso algunos adultos de la organización también logran moverse de su rol de castigo y ensayan nuevas formas educativas más relacionadas a la formación de seres humanos que a la antigua concepción correccional.
Construir un proyecto de vida
En el inicio, la película nos revela el destino de dos de los personajes, el de uno de ellos de un modo específico -director de orquesta-, y que ambos han logrado construir un proyecto de vida. Esto le permitió desarrollar una actitud de agradecimiento con la vida.
Ser reconocidos por alguien significativo

En su desarrollo, la película nos recuerda lo que significa para los seres humanos ser reconocidos por un “otro significativo”; como también la necesidad de participar de un grupo y re-conocerse en la diferencia.
Porque no hay construcción de identidad sino a través de los otros; es en la relación con los otros donde se despliega y se pone en juego nuestra identidad.

En una escena, el “prefecto-vigilante-maestro”, les pide al grupo que escriba en una hoja “qué quieren ser cuando sean mayores”; y todos, en silencio y concentrados, escriben sus sueños con imaginación, haciendo abstracción del contexto que vivían en el instituto.
Esto lo motivó a él mismo para desarrollar su propia creatividad y productividad.
Nos habilita a reconocer

El prefecto, desde la virtud “cuidado” desarrollada en él, y con una muestra de su “capacidad de amor” por las generaciones futuras, logró hacer que estos niños y adolescentes desarrollen la habilidad necesaria para formar parte de un grupo y ser competentes para llevar a cabo una tarea juntos.

Mientras que el director del instituto, con su estilo autoritario, “rechazaba” explícitamente a estos niños y adolescentes; el prefecto-músico-maestro transitó de manera eficaz el malestar que ocasiona el momento de seleccionar a los chicos, mostrándoles que destacarse, sobresalir o distinguirse no es, necesariamente, un gesto mísero, egoísta o individualista, sino parte de la tarea de formar un grupo.

Cuando seleccionaba, se basaba en el reconocimiento y la reciprocidad, y no en desprecio, como suele suceder.

Y amar a otros
Para el maestro del coro las diferencias no suponían desprecio. A todos les encontró su lugar, a todos les asignó una tarea, un rol: asistente, atril, etc., para que puedan sentirse útiles y parte del equipo. Y todos participaban.

Para él todos podían cantar porque el foco no lo ponía en la calidad, sino en el respeto por la persona, en la confianza. Transmitía pasión y hacía que los chicos se apasionen también.

El desprecio y el autoritarismo

Contrariamente, para el director, todos los chicos son iguales e igualmente despreciados y despreciables en su “brutalidad”.
Desde esta mirada, aquello que no puede ser querido, es además, humillado: una des-humanización que se hace recíproca, ya que mientras él quería imponer respeto con el paradigma acción –reacción, generaba lo contrario.

Deja más solos a los niños
Los límites del director con su estilo autoritario, en definitiva, termina dejando solos a los niños; mientras que el prefecto sabía poner límites de manera firme y con ternura a la vez.
Este tipo de límite es el que los niños necesitan para crecer.
Recordemos la función principal de los límites: regular los impulsos, y no castigar, ni imponer con insultos y castigos.
Un signo de madurez
Otro aspecto y signo de madurez bien adquirida del prefecto, es que él respetó a la autoridad del director, a pesar de no estar de acuerdo con su estilo autoritario.
Si bien no podía entenderlo, esto no paralizaba su productividad y creatividad.
Articuló muy bien el respeto a la autoridad con su necesidad de generar y producir.
Cuando dejó de depender de él, le dijo lo que opinaba de su conducta; tuvo valentía de decirle la verdad, con respeto.
Es el respeto y amor por el otro
En la película queda en evidencia la importancia de lo afectivo y lo social para el aprendizaje; y cómo los chicos fueron adquiriendo su capacidad de adaptarse al medio de manera progresiva.
En un proceso de complejización creciente fueron asimilando lo nuevo que el prefecto les enseñaba, y acomodándolo a sus estructuras previas, integrándolo.
Esto lo podemos ver en el progreso que iban desarrollando en el coro.
Síntesis
Es una película de amor, de amor al prójimo, de reconocimiento del otro en su rasgo de humanidad compartida. Que nos enseña a proteger y brindar cuidado a las nuevas generaciones, evitando humillaciones e indignidades que arruinan la vida a las personas.
En otras palabras, evitarles la intemperie y darles refugio.
El amor a uno mismo comienza con el recuerdo de nuestra unidad eterna con el Creador. Luego, se extiende naturalmente. 
Cada generación celebra tus acciones y le anuncia a las otras tus portentos: ellas hablan del esplendor de tu gloria, y yo también cantaré tus maravillas. Salmo 145, 4-5
María Guadalupe Buttera G.

PorMaría Guadalupe Buttera G.

Nací en Santa Fe, Argentina, el 17 de abril de 1966. Me desempeño como Escritora y Comunicadora sobre Desarrollo Personal y Espiritual, facilitando procesos de transformación interior. Op. en Psicología Social. Counselor.

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Anónimo
Anónimo
31 julio, 2012 9:20 pm

Una película muy bien lograda…me gustó mucho y la he facilitado y recomendado. La he visto con mis alumnos y ha sido una muy buena experiencia, para aprender, debatir y reflexionar.Gracias por el análisis claro y directo que nos apoya la guía de trabajo.

PANCHO DE JUAREZ
PANCHO DE JUAREZ
10 junio, 2012 8:33 pm

Buen análisis, me gusto

Anónimo
Anónimo
7 abril, 2011 12:19 am

Hermosa y gran pelicula

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