No tengo buena relación con mi madre…
La mejor herencia de una madre a una hija es haberse sanado como mujer,Christiane Northrup
Nuestro cuerpo se formó en el de nuestra madre, al ritmo de los latidos de su corazón. Y todos sus pensamientos y sentimientos nos llegaron a través de la sangre que nos alimentó en nuestra vida intrauterina.
Si nuestra madre se sentía angustiada, con miedos, nerviosa o alegre, feliz, ansiosa, como sea; nuestro cuerpo se enteró de todo ello.Es un vínculo primordial que influyó en nuestra historia y quizás hoy sigue haciéndolo. Para que nuestra vida sea plena y feliz, necesitamos sanar ese vínculo.
A través de nuestra madre aprendemos qué es ser mujer y como cuidar -o no- nuestro cuerpo.
Llevamos con nosotras, las consecuencias de la relación con nuestra madre.
Cuando comprendemos cómo experimentamos este vínculos, sintiendo en nuestro corazón todos los sentimientos que emergen, podemos sanar y liberar lo que nos limita en el presente.
Este vínculo puede ser una relación que nos impulse a crecer o no.
Para un niño, la necesidad primordial es ser mirado y aprobado tal como es, por su madre. De pequeños, miramos a nuestra madre para ver si somos merecedores de su amor.
Con el paso de los años esta necesidad de aprobación puede volverse insana, generando vínculos dependientes que no nos permiten expresar nuestra autenticidad. Limita nuestra independencia y libertad de ser la que soy.
¿Cómo sanar este vínculo primordial?
Asumiendo las heridas emocionales, o cualquier trama que nos haya generado un trauma.
Tomando consciencia de qué es lo que necesitamos liberar de este vínculo.
Aún existe la creencia colectiva que la mujer debe darse a su pareja y familia en exceso; a pesar de sus propias necesidades. Así, nos cuesta amarnos a nosotras mismas; pues creemos que “debemos” sacrificarnos antes, por los otros. Esto supone que nuestras necesidades queden siempre relegadas al cumplimiento o no de las de los otros. Como consecuencia, perdemos contacto con nuestro interior, viviendo hacia afuera, moldeándonos para ser como otros esperan que seamos, y no como realmente somos. Nos desconectamos de nuestro Ser Esencia; lo cual es fuente de dolor y angustia.
Salir de estas creencias limitantes, será nuestra tarea para volvernos plenas y felices. Razón más que suficiente para sanar estas cadenas de dolor.