Observamos una situación concreta donde en el rol de “padre”, da consejos a un hijo ya adulto, sobre cómo “debería” actuar, para cuidarse; y naturalmente, el hijo hace lo contrario. Entonces, nos sentimos “no escuchados”. ¡Esta es la locura que el ego nos hace creer!
- ¿Quien es el que no escucha realmente?
- ¿A quien no escucha?
Esta idea de decirle a un hijo adulto lo que debe hacer porque creemos que asi estamos “amándolo”, es una gran mentira que necesitamos des ocultar; pues esconde falta de fe, de confianza que la Luz divina del Ser está en en él/ella, en todos. Estamos negando la Luz, de manera oculta e inconsciente. Conversar y opinar es muy distinto a decir qué hacer a un otro, esperar que acate; y si no lo hace sentirnos defraudados. Creemos que el otro no es capaz de “administrar” su vida. Estos son los entretenimientos que el ego nos ofrece y que, si no estamos atentos y despiertos, caemos en su engaño. Y si el otro no hace lo que uno dice, inconscientemente desea el castigo.
¿Qué más hay detrás de esta idea?
El deseo de control, deseo controlar al otro, porque no lo veo como el Hijo amado por el Creador.
Y no verlo como el Hijo amado es una PROYECCiÓN de cómo yo me veo a mi misma/o.
Temo el castigo y la venganza de un dios iracundo que no es real, pero si lo creo inconscientemente, caigo en el engaño del ego con sus cuentos locos.
Como no soporto la culpa y el miedo, lo proyecto afuera, a un vínculo.
Esto es lo que necesitamos VER claramente, para salir del laberinto de engaño.
La muerte es el pensamiento de que estás separado de tu Creador. Lección 167, 4
…la idea de la muerte adopta muchas formas. Es la idea subyacente a todos los sentimientos que no son de suprema felicidad. Es la alarma a la que respondes cuando reaccionas de cualquier forma que no sea con perfecta alegría. Todo pesar, sensación de pérdida, ansiedad, sufrimiento y dolor, e incluso el más leve suspiro de cansancio, cualquier ligera incomodidad o fruncimiento de ceño, dan testimonio de la muerte. Por lo tanto, niegan que vives. Lección 167, 2
Sólo hay una vida y ésa es la vida que comparto con Dios. LECCIÓN 167