Los ciegos y el Elefante
Érase una vez seis hombres que vivían en una pequeña aldea.
Los seis hombres eran ciegos. Un día alguien llevó un elefante a la aldea. Los seis hombres buscaban la manera de saber cómo era un elefante, ya que no lo podían ver.
“Ya lo sé”, dijo uno de ellos. “¡Palpémoslo!”. “Buena idea”, dijeron los demás. “Ahora sabremos como es un elefante”. Así, los seis sabios fueron a “ver” al elefante. El primero palpó una de las grandes orejas del elefante. La tocaba lentamente hacia adelante y hacia atrás. “El elefante es como un gran abanico”, gritó el primer hombre. El segundo tanteó las patas del elefante. “Es como un árbol”, exclamó. “Ambos estáis equivocados”, dijo el tercer hombre. “El elefante es como una soga”. Éste le había examinado la cola.
Justamente entonces el cuarto hombre que examinaba los finos colmillos, habló: “El elefante es como una lanza”.
“No, no”, gritó el quinto hombre. “Él es como un alto muro”, había estado palpando el costado del elefante. El sexto hombre tenía tomada la trompa del elefante. “Estáis todos equivocados”, dijo. “El elefante es como una serpiente”.
“No, no, como una soga”.
“Serpiente”.
“Un muro”.
“Estáis equivocados”.
“Estoy en lo cierto”.
Los seis hombres se ensalzaron en una interminable discusión durante horas sin ponerse de acuerdo sobre cómo era el elefante.
Cada hombre podía “ver” en su mente sólo lo que podía tocar con sus manos. Como resultado cada uno se reafirmaba en que el elefante era como él lo percibía. Ninguno escuchaba a los otros.
Esos hombres estaban inmersos en un conflicto basado en la percepción: lo que creían “ver”.
La Realidad y nuestra percepción
Cuando estamos dormidos, creemos que aquello que percibimos, eso es la realidad. Pero cuando comenzamos un trabajo de conocimiento de uno mismo, a partir de la auto observación en medio de los vínculos de nuestra vida cotidiana, podemos ir dándonos cuenta que tenemos un filtro mental que actúa en medio de la realidad y nuestra percepción de la misma.
(1)
Ese filtro mental está compuesto por las ideas, creencias y pensamientos que se interponen entre la realidad y nuestra experiencia.
Nuestra mente ha recibido estos programas que filtran la realidad, desde el vientre materno, la familia, la escuela, la sociedad; y hemos construido estos filtros mentales a partir de vivencias (positivas y negativas), acumulándolas sin discernimiento. Así fuimos conformando nuestros filtros mentales, de manera inconsciente.
Cabe aclarar que este filtro mental no es personal, sino que es compartido, son campos de información compartidos, en nuestra familia, en nuestra sociedad, civilización, etc.
Entonces, miramos a través de experiencias del pasado, proyectando en el aquí y ahora, las creencias, pensamientos, traumas o heridas emocionales del pasado. Contactamos con la realidad a partir de lo percibido a través de estos filtros.
Por ejemplo: si hay miedos acumulados, veré amenazas por todas partes. Si me creo “superior” a otros, me relacionaré desde ese lugar. Si me creo inferior otro/s, me relacionaré desde allí. Mientras uno crea que “eso es”, se identifique con eso que “cree que es” (pensamientos, creencias, emociones) la realidad permanecerá distorsionada. Este filtro mental sería como unas gafas, unos lentes desde donde miramos y nos miramos a nosotros mismos.
Son tus pensamientos los que determinan el mundo que ves. UCDM Lección 11, 1.3
Siendo ya adultos podemos abrirnos y elegir observar conscientemente nuestra mentalidad programada, observar los programas inconscientes que ya no resultan útiles para el aquí y ahora, para el momento presente, pues estos programas pertenecen al pasado y estamos en una rueda de repetición de más de lo mismo hacia el futuro. Es decir, en el presente tomamos creencias del pasado y fabricamos lo mismo hacia adelante.
Más alejado de la realidad esté ese filtro mental, más distorsionada será nuestra percepción. Darnos cuenta de ello nos permite abrirnos para despertar y crecer:
(2)
Entonces, despertar implicará comenzar a observar estos programas y elegir soltar aquellos que nos limitan hoy, entregarlos al campo del Espíritu Creador; y abrirnos a recibir de él, nuevas comprensiones que nos ayuden a leer la realidad aquí y ahora, y nos permitan adaptarnos activa y creativamente a esta realidad.
Uno de estos programas que resulta limitante y enfermante, es el creerse víctima de la situación, del otro, de la sociedad, etc.; creer que nada podemos hacer, es sumamente paralizante. Cada uno, desde su lugar, puede aportar al despertar para recordar la verdad que somos
un solo Ser unido al Creador (UCDM), a partir de observarse a si mismo amorosamente, sin juzgar, y entregarlo al Espíritu Creador para que nos dé la percepción correcta (mirar desde las gafas del Ser); de instante a instante, cada vez que nos olvidamos y caemos en la trampa del ego y juzgamos a un otro (cuando miramos con las gafas del ego).
Podemos elegir, como nos enseña
Un Curso de Milagros UCDM, entrenar nuestra mente a diario para dejar de mirar con las gafas del ego que se cree separado y solo ve una parte como el relato del elefante, y entregarnos al Creador para recibir el milagro de la visión desde el Amor (visión de Cristo, visión de Unidad del Ser) que sabe que todos somos Uno, que Él solo tiene un Hijo: ese verdadero Ser que somos, Uno con Dios. Una labor diaria esto de estar atentos, auto observándonos, sin juicios.
Te invito a recorrer los ejercicios que comparto tomando las lecciones diarias del libro Un Curso de Milagros, en este link: