¿Pueden perjudicarnos los sentimientos negativos de otra persona hacia nosotros?

¿Pueden perjudicarnos los sentimientos negativos de otra persona hacia nosotros?

Cuando tenemos buenos sentimientos hacia una persona, estamos colaborando a su bienestar. 
Por el contrario, si los sentimientos son negativos, la afectarán negativamente SOLO si la persona no está en su
centro; es decir, en su estado adulto, en conexión con Algo Más Grande, con el Creador. 

Cuando tenemos buenos sentimientos hacia una persona, estamos colaborando a su bienestar.

Por el contrario, cuando sentimos odio o rechazo hacia una persona, si esa persona no está en su centro, en su fuerza, en el estado adulto; es decir, conectada con Algo Más Grande, con el Creador; estos sentimientos negativos podrían afectarla.

Cuando los sentimientos negativos de otros hacia nosotros nos afectan, es porque nos remiten a alguna memoria de rechazo, de nuestra propia historia personal o bien, memorias heredadas de nuestro árbol familiar.
Es decir, ese rechazo que experimento de un otro, es un espejo de las memorias de rechazo que hay en mí; que al permanecer inconscientes, atraen situaciones similares para que, de esta manera, podamos hacerlas conscientes y liberarlas.
Entonces, podemos aprovechar la ocasión que la vida nos presenta a través de esta persona, para poder liberarnos y sanar esas memorias de dolor acumuladas en nuestra historia, y guardadas en lo profundo de nuestro inconsciente. Esto es volvernos responsables de nuestra propia vida, y no quedar atrapados en la fantasía de hacer responsable a un otro de algo en mi que requiere ser mirado y elaborado, y que no quiero asumir; lo cual me mantendrá en un “infierno en vida”.
Ahora bien, ¿cómo salir de este infierno? tomando conciencia que esta persona es un espejo de mi, de algo que hay en mi interior que necesita ser elaborado, liberado, sanado. Por ejemplo, su rechazo podría remitirme a una memoria de rechazo en mi (inconsciente).
Desde esta óptica, el problema no es en el otro, sino que este otro me está mostrando a través de su conducta, algo que necesito ver en mi, hacerlo consciente,  para poder continuar mi proceso de evolución como ser humano.
Cuando una persona emite odio o hace daño intencional a un otro, estaría proyectando su propio dolor (o heredado de sus ancestros) no reconocido, a un otro. Es decir, no se hace cargo de su propio proceso de sanación e intenta proyectar hacia afuera lo que no puede tolerar y ver en su interior. Si esta persona permanece en este estado infantil, al no responsabilizarse de su proceso personal, podría afectarle profundamente su salud e inclusive, su propia vida. 
Cada persona con la que te encuentras es un maestro en el gran aprendizaje del amor.

Cada uno debe hacerse cargo de sí mismo. Eso es volverse adulto y tomar conciencia que el poder está en nuestro interior, y radica en vivir en sintonía con Dios que habita en lo profundo del corazón.
Si, al contrario, nos mantenemos en un estado infantil, desde la creencia que el otro “me hizo daño”, nos volvemos victimas; y a la vez, nos transformamos en perpetradores igual que quien nos desea el mal, pues también vamos a querer que desaparezca, que muera. ¿Lo puedes ver?Cuando odio a un otro, en el fondo, lo que en verdad deseo es que desaparezca, que muera; y así, me vuelvo igual que quien hace daño o me desea el mal. Es la misma energía asesina.

¿Cómo salir y trascender esta energía asesina que todos tenemos?
Cuando te observes en esta experiencia interior, muy humana por cierto, puedes visualizar delante de ti a esta persona y expresar:
“Soy igual que tu. Gracias por ser como eres”  
(Pues ahora sé que así me está dando la oportunidad de ver lo que necesito ver)
Cuando tomamos conciencia de estos procesos humanos y vivimos desde nuestro estado “adulto”, en conexión con Dios, nadie nos podrá dañar, pues no nos quedamos enganchados en sentimientos de rechazo, sino que aprovechamos la situación para borrar esas memorias de dolor que todos llevamos a cuestas, y de esta manera, no solo nos liberamos nosotros mismos, sino que además, estamos colaborando a la sanación de nuestra familia, e incluso de la familia humana.
Pues si nos remitimos a nuestros ancestros más lejanos, llegaremos a darnos cuenta que todos conformamos una gran familia humana.
Cuando te percibas a ti mismo en esta situación, puedes perdir la percepción correcta a tu alma, que tiene el conocimiento divino.
Entonces, que alguien nos desee el mal podrá sólo perjudicarnos dependiendo de qué mirada elegimos darle:
=> si miramos el asunto como una oportunidad para borrar memorias acumuladas en nuestro inconsciente, asumiendo el poder que anida en nuestro interior; como adultos que se saben guiados y conducidos por Dios, o,
=> si elegimos quejarnos y quedar en estado “victima”, culpando a otros de nuestros obstáculos, depositando así, el poder fuera de nosotros,quedando “a merced de” un otro.

Para meditar
No es lo que sucede afuera lo que nos afecta, sino la forma en la que interpretamos cada hecho. Desde qué lugar lo observamos. 
“Despiertos”, podemos elegir “Crecer”, haciéndonos cargo, viviendo desde el adulto, tomando el poder que está en nuestro interior, y asumiendo la situación sabiendo que es una oportunidad para liberar algo pendiente en mí, liberar
memorias inconscientes de rechazo y dolor; y así, crecer y evolucionar.
Recuerda: 
El poder, la solución de lo que te incomoda, está en ti, no en el otro. 

¿elijo el miedo o elijo el amor? 
Si eliges el Camino del Amor, elijes la verdad. 
Para liberar un conflicto
Respiro consciente y profundamente para centrarme. Pido a mi alma que me muestre a través de la consciencia cuál es el aprendizaje que encierra la situación por la que estoy pasando,  que me ayude a desarrollar las fortalezas, capacidades y recursos internos para crecer y resolver.
Luego me ubico en un lugar, e imagino delante de mí a la persona con quien tengo el conflicto; y un 3° lugar para un observador que no conoce a ninguno de los dos, y que observará lo que sucede, sin juzgar.
Ubicado en mi lugar, defino en una palabra lo que siento cuando miro a esta persona.
Luego me ubico en el lugar de la otra persona con quien tengo el conflicto, y espero a percibir qué se siente en ese lugar, lo expreso en una palabra.
Ahora me ubico en el lugar del observador desconocido y observo la relación entre los dos, y expreso también lo que veo, en una palabra.

Nuevamente vuelvo a mi lugar, respiro inhalando la Luz divina que entra a mi campo de información, a mi cuerpo. 

En mi lugar, expreso lo que siento ahora, y paso nuevamente por los otros dos lugares haciendo lo mismo, al menos tres veces.  Hasta
que logremos mirarnos con aceptación, es decir, amorosamente.

Visualizas una esfera dorada y dentro de ella el número 8888, para lograr comprender desde el conocimiento divino que habita dentro de nuestra alma.

María Guadalupe Buttera G.

PorMaría Guadalupe Buttera G.

Nací en Santa Fe, Argentina, el 17 de abril de 1966. Me desempeño como Escritora y Comunicadora sobre Desarrollo Personal y Espiritual, facilitando procesos de transformación interior. Op. en Psicología Social. Counselor.

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María Guadalupe Buttera
26 julio, 2014 1:26 pm

hola Rox! me alegra saber que lo q comparto hace bien a otros.
Tbien encuentras ejercicios liberadores en esta pagina
http://iluminarnuestrosvinculos.blogspot.com.ar/p/ejercicios.html

te deseo lo mejor!!
cariños desde Argentina!

Rox
Rox
26 julio, 2014 1:06 pm

Soy seguidora tuya, te agradezco desde el fondo de mi corazón todas las enseñanzas compartidas!
Saludos cordiales desde México! =)

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