Sanar el vínculo con uno mismo
M. Maltz
Estar en desacuerdo con nosotros mismos, nos provoca un gran dolor.
Rechazamos aspectos de nuestro cuerpo y también, de nuestro psiquismo
La sabiduría oriental nos dice que las dos causas del dolor son: el apego y el rechazo.
Cuando quedamos atrapados en algunas de estas dos fuerzas: atracción y rechazo, sentimos una lucha interna.
Lo principal es darse cuenta de cuándo uno está siendo cruel con uno mismo.
Y cómo uno fortalece lo que rechaza, por el solo hecho de rechazarlo.
El vínculo consigo mismo requiere tanto trabajo, o más, que el que uno tenga con cualquier otra persona.
Sanar el vínculo con uno mismo es una tarea que implica un proceso.
Un proceso que será necesario sostener en el tiempo.
El origen del auto-rechazo
¿Porqué uno se rechaza a sí mismo?, ¿cuál es el origen de ese auto rechazo?
Una de las principales causas del auto rechazo es cuando nos miramos desde los ojos de los demás.
Otra es cuando nos evaluamos desde el ideal, desde un modelo de perfección de uno mismo.
Es decir, cuando estamos en desconexión con nuestra interioridad, con nuestra alma, con nuestra real esencia.
Cuando nos miramos desde los ojos de los demás
Entonces, cuando creemos que no somos como los demás quieren que seamos, nos rechazamos.
Si fuera como los demás esperan que yo sea, entonces sí me aceptaría.
Porque entonces sí sería digno de amor.
En tanto uno no es así, se rechaza.
Aprendamos a auto-observarnos cuándo nos rechazamos, porque nos miramos desde los ojos de los demás.
Cuando nos miramos desde el ideal de uno mismo
Otra de las causas de auto rechazo es cuando sentimos que no somos perfectos como debería serlo.
En este caso, nos miramos desde un ideal de uno mismo.
Y si siento que soy imperfecto, que esto no está a la altura de lo que espero de mi mismo, me rechazo.
Acá hay auto exigencia, presión exagerada, reproche, tiranía y rechazo que genera mucha amargura interior.
¿Cómo tomamos conciencia?
La psicología humanista nos enseña la técnica de la auto-observación.
La cual permite verse uno mismo en acción.
Se trata de aceptar. Y el cambio viene a partir de esta aceptación.
Carl Rogers nos dice al respecto:
“Paradójicamente, cuando me acepto como soy, puedo modificarme.
No podemos cambiar, no podemos dejar de ser lo que somos, en tanto no nos aceptemos tal como somos.
Una vez que nos aceptamos, el cambio parece llegar casi sin que se lo advierta”.
El aprendizaje desde el amor
Cuando aparece alguien en nuestra vida que nos mira desde el amor, como sería sano que nos viésemos a nosotros mismos desde el alma, esa experiencia nos puede generar una des-estructuración.
Desde allí, habrá condiciones para re-plantearse el lugar desde donde uno se mira.
Cuando alguien mira con amor a otro persona, estará enseñándole el camino de la aceptación, del amparo.
Y generando condiciones para mejorarse a si mismo.
Ya no desde el tirano, sino desde el un lugar más profundo y sano.
Desde el: “vos podés porque ya está dentro tuyo, no hay nada que fabricar; déjate ser”.
Si la vivencia se hace desde la profundidad del ser, podrá ser posible el proceso de transformación y sanación.
También hay casos donde la persona no puede creer que la amen, y huye.
Cultivar y cuidar
Así como gestar un vínculo con otra persona no se da por el hecho de encontrarse, sino que pasa por diversas pruebas y dificultades, y es necesario cuidarlo y cultivarlo; de la misma manera sucede con el vínculo con uno mismo.
Requiere observación, amor y, principalmente, mucha paciencia.
Lo importante es experimentar una conciencia de si mismo.
Darse cuenta que hemos estado con nosotros mismos en las buenas y en las malas: ¡cuento conmigo!.
Ensayemos sentir respeto por uno mismo, podemos sentir nuestras partes superficiales, pero sobre todo, sintonicemos con nuestro verdadero ser, nuestra esencia.
Y tomemos conciencia que podemos cultivarla en el tiempo.
Carl Rogers, desde la psicología humanista, explica este proceso de esta manera:
“Soy más eficaz cuando puedo escucharme con tolerancia y ser yo mismo.
Con el transcurso de los años he adquirido una mayor capacidad de auto-observación que me permite saber con más exactitud que antes lo que siento en cada momento:
-puedo reconocer que estoy enojado o
-que experimento rechazo hacia esta persona,
-que siento calidez y afecto hacia este individuo,
-que estoy aburrido y no me interesa lo que está pasando,
-que estoy ansioso por comprender a este individuo o
-que mi relación con determinada persona me produce ansiedad y temor.
Todas estas actitudes son sentimientos que creo poder identificar en mí mismo.
En otras palabras, creo que soy más capaz de permitirme ser lo que soy.
Me resulta más fácil aceptarme como un individuo decididamente imperfecto, que no siempre actúa como yo quisiera.
Quizás este punto de vista pueda resultar bastante extraño para algunas personas.
Sin embargo, lo considero valioso a causa de que, paradójicamente, cuando me acepto como soy, puedo modificarme.
Creo que he aprendido esto de mis pacientes, así como de mi propia experiencia: no podemos cambiar, no podemos dejar de ser lo que somos, en tanto no nos aceptemos tal como somos.
Una vez que nos aceptamos, el cambio parece llegar casi sin que se lo advierta.”
Síntesis
La tarea es aprender a verse a sí mismo sin juzgarse.
Lo cual se traducirá, poco a poco, en una congruencia entre lo que se siente y lo que se expresa de sí mismo.
La autenticidad es el camino.
Un camino nada fácil… pero quizás el verdadero.
Para reflexionar
El rechazo de uno mismo se da en niveles superficiales.
Y en verdad, cada uno de nosotros somos una chispa divina, una porción del Todo, de esa Esencia creadora.
Con lo cual, cuando nos ponemos en contacto con nuestro interior, con nuestros aspectos más profundos, podemos encontrarnos con el Maestro Interior que nos habita a todos.
Él está adentro de cada uno de nosotros, hay que aprender a encontrarlo.
La espiritualidad nos ilumina el camino
“He venido para que tengan vida y vida en abundancia”.
Juan 10:10