Soy hija adoptiva, amo a mis padres y me cuesta aceptar a mis padres bilológicos…

Nov 3, 2013

Soy hija adoptiva, amo a mis padres y me cuesta aceptar a mis padres bilológicos…

 

-Hola Guadalupe, mi nombre es Sofía, tengo 26 años y sé desde pequeña que soy adoptada. Mis padres me lo dijeron pero yo nunca he querido saber nada de mis padres biológicos. He leído tus libros y sigo el blog Despertar y Crecer allí voy comprendiendo que ellos me dieron la vida y que no pudieron continuar sosteniéndome en vida, por ello me dieron, pero igualmente me duele mucho saber que a mi me dieron y a mis hermanos no…
-Hola querida Sofía. Para profundizar, te comparto aquí un texto y una meditación del filósofo Bert Hellinger, a quien sigo en sus enseñanzas pues me ha ayudado mucho a sanar y liberarme de ataduras que no me permitían ser feliz. En mis libros y mis blog comparto las comprensiones recibidas gracias a este maestro. Te la comparto a ti, con amor.
La adopción enfocada desde el Espíritu
El niño adoptado también tiene padres, como cualquier otro niño. El niño adoptado también ha recibido la vida de unos padres en particular. Él pertenece a esta familia tanto como los otros miembros de ella. Él está vinculado a esta familia, sea cual sea su destino, y todos los demás miembros de esa familia estarán afectados por su destino. Ellos forman parte de él, como si su destino fuera el de ellos. La adopción no cambia nada, de ninguna manera.
Para este niño adoptado valen estos padres que le han sido dados como parte de su destino, tal como son y tal como es para él. Tanto los reproches hacia ellos, cargándoles con culpa como las exigencias ulteriores a su respecto, se oponen a esta fuerza del espíritu que mueve a ambos, padres e hijo, y que hace que nadie puede ser como ellos son.
¿Cómo puede y debe entonces arreglárselas un niño, a nivel del espíritu, con su destino de hijo entregado para la adopción? ¿Cómo puede y debe este niño manejar su destino de un modo que le permita reconocer y aceptar como valiosa esta grandeza que se le exige, tal como es?
 
El otro amor
El niño se puede representar a sus padres, aunque no los conozca. Sólo tiene que percibirlos dentro de él, y en seguida sabe todo de ellos, ya que están presentes en él. Están presentes en su cuerpo puesto que en él siguen vivos. Están presentes en su alma también. El niño siente como ellos, lleva alguna carga como ellos, y tal vez por ellos. Él está intrincado en el destino de ellos y de su familia. Él sufre como ellos, tiene esperanzas como ellos y espera una sanación como ellos. Se siente culpable como ellos, quiere expiar como ellos, incluso por su abandono.
Igual que sus padres, este niño sólo podrá liberarse de la intrincación y sus consecuencias en un plano del espíritu, al lograr conectarse con aquella fuerza y su movimiento, más allá de las dificultades que ocupan el frente de su vida. Esta fuerza les abarca a todos con la misma dedicación y les toma a su servicio para una meta que les sobrepasa. Es un servicio que rinden y que les hace crecer, así como a otros. La adopción es algo difícil para todos los que participan de ella, y se transforma en destino para ellos, llevándoles a más humanidad, más amor, más humildad y más grandeza.
 
La despedida
Propongo ahora un ejercicio interior que puede ayudar al niño adoptado a despedirse de sus padres con amor. Esta despedida requiere dos cosas: primero, el tomar, el tomar incondicional de todo lo que le ha sido dado a través de sus padres. Segundo, la renuncia, la renuncia completa a pedir más, y para siempre.
¿Cómo llevar a cabo este ejercicio en la persona?
El niño cierra los ojos y se imagina a sus padres ante él. Se han amado como hombre y mujer. No podían hacer de otra forma. Cualesquiera que fueran las circunstancias, una fuerza mayor los tomó a su servicio. Quiso que de ellos fuera transmitida la vida a este niño. El niño mira pues a su madre y a su padre tomados al servicio de esta fuerza. Y mirando más allá de ellos, se inclina profundamente ante la fuerza que percibe. Él toma consciencia que, a través de sus padres, esta fuerza le brinda la vida y el amor de ellos y también con amor lo cuida. El niño se entrega completamente a aquella fuerza y su movimiento, y dice:
“Sí, lo acepto todo de ti, lo acepto como la vida que me das gracias a estos padres. Abro mi alma y mi corazón para este regalo. Lo conservo con fervor y respeto. Lo sigo adonde quiera llevarme. Gracias.”
Luego el niño mira a su madre, tal como es, tal como esta fuerza la ha tomado a su servicio, al precio que le ha costado y al que le cuesta quizá aún ahora. Y le dice:
“Querida madre, lo acepto todo de ti, al precio que tiene, tu precio y mi precio. Me vale a cualquier precio, el tuyo y el mío. Gracias.
Aunque me hayas abandonado para siempre, te he tomado como mi madre, que me ha sido dada por esta gran fuerza con todo amor. Tú también me puedes tener siempre. Te pertenezco aún. Si alguna vez me necesitas, tienes que saberlo: tú sigues siendo mi madre y yo tu hijo.”
Luego el niño mira a su padre, tal como es, tal como esta fuerza lo ha tomado a su servicio, al precio que le ha costado y al que le cuesta tal vez aún ahora. Y le dice:
“Querido padre, lo acepto todo de ti, al precio que tiene, tu precio y mi precio. Me vale a cualquier precio, el tuyo y el mío. Gracias.
Aunque me hayas abandonado para siempre, te he tomado como mi padre, que me ha sido dado por esta gran fuerza con todo amor. Tú también me puedes tener para siempre. Te pertenezco aún. Si alguna vez me necesitas, tienes que saberlo: tú sigues siendo mi padre y yo tu hijo.”
Después de un rato, el niño mira nuevamente a su padre y le dice:
” Querido padre, te veo como mi padre y me veo como tu hijo. Te veo también como hijo de tu padre y de tu madre, vinculado a ellos con amor, y veo su destino y todo lo que han cargado de sus familias. Junto a ti, estoy vinculado a ellos y al destino que tuvieron que aceptar. Te dejo con ellos, así como te corresponde. Y me veo vinculado a ellos también.
No obstante miro más allá, a aquella fuerza que los mueve de forma tal y de la cual están al servicio. Yo también me entrego a ella y junto con ustedes digo “sí”. Y “gracias”. Y los dejo allí, tal como esta fuerza los atrae y los toma con amor.”
 
A continuación, el niño mira a aquellos que lo han recogido y que le han permitido quedar en vida. Les dice: “Me han sido brindados, así como son. Me han aceptado cuando para mis padres yo era demasiado. Ahora son para mí madre y padre. Ahora son mis padres. Me han sido dados como segundos padres. Los tomo tal como me han sido regalados, al precio que les cuesta y que me cuesta, cualquier sea el destino que los ha hecho mis nuevos padres.
Luego mira el niño por encima de ellos a aquel poder que lleva todos los destinos en las manos, así como los diseña. Se inclina ante esta fuerza que lo mueve todo. Se entrega a ella y dice:
“Sí. Lo tomo todo de ti, mi vida y mi destino. Me dejo llevar y guiar por ti. Cumplo con lo que has elegido para mí y con el rumbo que das a mi vida. Gracias.”
 
El momento presente
¿Cómo y dónde está ahora este niño? ¿Sigue abandonado? ¿O se siente aceptado de un modo maravilloso? Se siente vinculado con el pasado y sus orígenes, tan lejos como lo pueda percibir. En cada fibra de su cuerpo se siente unido a sus ancestros y su energía de vida. Se siente unido a aquel poder del espíritu que los ha tomado a su servicio así como eran y así como son. Nadie, en este servicio, era mejor o peor, más pobre o más rico. Todos eran igualmente amados y dedicados al servicio de la vida.
Y este niño se sabe igual a ellos. Se sabe amado y acogido. Se siente presente en cada instante, totalmente presente, en toda plenitud, amado y junto a todos, unido.
Texto de la Revista independiente Hellinger, Septiembre 2007
Meditación para hijos adoptivos, por Bert Hellinger
Cierren los ojos.
Me imagino que ahora hay un niño adoptado y ese niño me dice que fue dado por los padres y ese niño está enojado con los padres. Siente que fue dejado de lado y en cierta manera también rechaza a los padres.
Y ahora con el niño hago un ejercicio y ustedes pueden acompañar ese ejercicio y ganar algo esencial para ustedes mismos.
Yo le digo al niño, mira a tu madre tal como es, ella te dio la vida, sólo ella. Tú tienes la vida a través de ella. Pero esta madre está al servicio de una fuerza superior, de la que surge toda la vida y esa fuerza ha determinado que ella es para ti tal como es. Solo, porque es como es, pudo ser tu madre y ella te ha regalado la vida. Toda la vida, no faltó nada, tú has recibido todo de ella, porque estaba al servicio de esa fuerza. Y te dio la vida a un precio alto. Y que te haya dado la vida a ese precio la va a acompañar durante toda una vida y ella paga un precio alto por tu vida.
Y ahora la miras y miras por encima de ella, más allá de ella, a esa fuerza y le dices: tú me has dado esta madre,  como mi madre, para que yo pueda estar vivo. Yo tomo la vida a través de esta madre, tal y como es y a todo el precio que a ella le costó y que a mí me cuesta.
Y ahora miras a tu madre y le dices: “Querida mamá ”, tú me has sido regalada como mi madre, tal cual eres. Sólo porque eres tal como eres yo fui tu hijo y así lo tomo de ti, con todo lo que acompaña y me vale el precio alto que estoy pagando y hago algo bueno con eso, para tu alegría. Debes saber, que de todo esto que tú me regalaste, algo grande va a surgir y siempre vas a seguir siendo mi madre y siempre te llevo en mi corazón, con amor. Gracias.
Y ahora miras a tu padre de la misma manera, tal y como es, tal cual es. Miras por encima de él, hacia esa fuerza grande, que lo ha determinado a él como tu padre. Y le dices, gracias te tomo a ti como regalado por esa fuerza, sólo a través de ti tengo mi vida, sólo porque eres tal como eres yo estoy vivo. Gracias. Y lo tomo al precio completo que a ti te costó y que a mí me cuesta. Y hago algo bueno con ello, para tu alegría.
Y luego miras a tus padres adoptivos y miras más allá por encima de ellos. A esa fuerza grande. Esa fuerza grande les eligió para ti, para que te mantengan con vida y los miras tal como son, tal cual son. Y les dices a ellos, gracias. Tomo todo lo que ustedes me han regalado, a todo el precio que a ustedes les costó y que a mí me cuesta. Y hago algo bueno con ello para vuestra alegría.
Y ahora miras a tus padres y a tus padres adoptivos, por encima de ellos, a esa gran fuerza y dices: “yo lo tengo todo. Ahora soy libre. Ahora vivo y vivo totalmente y transmuto lo que me fue regalado con amor”.
María Guadalupe Buttera G.

PorMaría Guadalupe Buttera G.

Nací en Santa Fe, Argentina, el 17 de abril de 1966. Me desempeño como Escritora y Comunicadora sobre Desarrollo Personal y Espiritual, facilitando procesos de transformación interior. Op. en Psicología Social. Counselor.

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