Te cuento algo del trabajo con mis emociones…
Hace unos dias venia sintiendo una cierta tristeza… pero no tenía claro por qué.
En esto de auto-observar y dejar fluir, asi lo hice.
En dos oportunidades, en mi trabajo de consultora psicológica, me resonaron mucho dos casos.
Uno se trataba de “despedida”. Un hombre grande (60 años) que cuando navegamos mar adentro, le surgió una vieja angustia cuando a sus 3 años se despidió de sus abuelos y vino en barco con sus padres a Argentina.
El otro era una mujer de 45 años, que trabajando tbien con sus emociones como lo hago habitualmente, surgió su profunda “angustia” al tener que despedirse de su abuelos con quienes vivia, cdo se mudó del campo a la ciudad cuando tenía 6 años.
Estos dos casos resonaron en mi corazón, empaticé con las emociones, me “di cuenta”, me “di tiempo” para ver, y me “di amor” mimándome un poco más.
Pasaron unos cuantos dias de esto, y me dije: a ver a ver… qué te impactó… y esperé…
Asi surgieron dos palabras: “despedida” y “angustia“.
Escribi y coloqué en un papel “despedida” y en otro papel “angustia“.
Me paré delante de los dos, con una actitud de recogimiento interior, y dejé que algo surja…
La “despedida” me conectó con mi abuelo paterno. Sé que él vino de Italia y sufrió mucho por eso.
Y la “angustia” me conectó con mi abuelo materno. De él sé de su profunda angustia al morir un hijo suyo de 7 años.
Los dos abuelos murieron tempranamente, y a ninguno de los dos conocí, ni fotos de ellos tengo.
Entonces, visualicé a cada uno de ellos y le dije:
“Ahora te veo.
Te tomo en mi corazón.
Soy tu descendiente.
Gracias por ser mi abuelo.
Te honro.
Tú eres el grande y yo la pequeña”
Este sentir mío y esa resonancia observada, fue una señal que en mi sistema familiar era necesario honrar y devolver la dignidad a estos dos abuelos.
Cariños! Adelante! Te veo! Es bueno verte! 😉