Miramos y honramos a cada una de nuestras raíces.
Agradecemos a todas nuestras raíces.
Hay raíces olvidadas, sacrificadas, excluidas o rechazadas. Las re incluimos en nuestro corazón, y les decimos “les pertenezco”.
Nuevamente miramos a cada una de las raíces de nuestro país y les volvemos a decir “Gracias. Te pertenezco”.
Miramos y honramos a las víctimas y a los perpetradores de los procesos de lucha por el poder en nuestro país:
La miro a los ojos, de igual a igual.
Y le digo: “Soy un ser humano como tú”
“Respeto y honro tu destino”
“Veo el daño que has hecho y veo tu responsabilidad”
“Veo el daño que yo he hecho, pensando, hablando o actuando, y asumo mi responsabilidad.”
“Soy igual que tú.”
“Veo tu sufrimiento y tu miedo. Veo el horror en los ojos de tus padres. Veo la extrema dureza de vuestra supervivencia, veo su grandeza”
“Junto a ti veo a tus víctimas, veo nuestras víctimas.
Las honro, me inclino ante su sufrimiento y su terror”
“Ya todo ha pasado, ahora pueden descansar en paz”;
“Respeto y honro vuestro destino”.
Luego, nos despedimos del pasado y miramos hacia la Argentina de hoy.
Miramos a todos los argentinos actuales, miramos a todos nuestros hermanos.
Reconocemos en cada uno las distintas raíces del pasado, los honramos y le decimos a cada uno “tú y yo pertenecemos tal y como somos”.
Y a quien nos hizo daño, les decimos: “Ahora veo el daño que mis ancestros hicieron a tus ancestros. Yo soy igual que tú”.
Miro la Argentina de hoy y veo también la inseguridad actual; y junto a ella veo mucho dolor, abandono, rechazo, exclusión, abusos, torturas, terror, mentiras, engaños…
Abro mi corazón y me inclino ante el Creador. Me entrego a Él y le pido con humildad:
“Por favor, libera las memorias inconscientes de dolor, rechazo, abandono, soledad, odio, venganza, miedos, ira, abusos, torturas, terror, mentiras, manipulación, engaños… en mi propia vida, en mi familia, en mi país, en la familia humana…”
Y sigo entregándome a la vida como es… con humildad, decisión y agradecimiento al servicio del cambio.