Poner orden en nuestra “casa interior”

May 22, 2021

Poner orden en nuestra “casa interior”

“Existir es cambiar, cambiar es madurar, madurar es crearse uno a sí mismo indefinidamente.” Henri Bergson

Cada vez se hace más evidente que estamos sumergidos en un salto evolutivo que nos lleva a tener una mayor consciencia de nosotros mismos y de nuestro entorno. Se podría decir que estamos pasando al hombre “despierto” que se plantea la trascendencia de la vida con todas sus implicaciones.

Por pura ley de la compensación, después de mirar durante tan largo tiempo “fuera”, al espacio exterior, estamos empezando a mirar “dentro”, al universo interior, a tratar de descubrir “Quién” y “Qué” somos.

Ahora bien, ¿Qué significa estar despiertos?

Los seres humanos no vivimos en un mundo tal como todos creemos, sino que nos relacionamos constantemente entre 2 mundos.

¿Cuáles son estos dos mundos?

Nos encontramos ante dos mundos: el exterior y el interior.
Y estos dos mundos, interno y externo, son verificables experimentalmente.

Nuestro trabajo será entonces, aprender a observar cada uno de estos dos mundos.

El mundo externo es percibido por los sentidos de percepción, el mundo interno sólo puede ser percibido mediante la auto-observación interna.

Cada uno de nosotros con nuestros 5 sentidos podemos percibir el mundo externo. Pongámoslo en práctica: con la vista percibimos objetos, formas. Con el oído captamos sonidos, ruidos, quizá una música, o un automóvil. Con el gusto captamos los sabores amargos, dulces de nuestra boca. Con el tacto podemos tomar consciencia de nuestra ropa, del sillón en el cual estamos sentados. Con el olfato captamos los olores del medio ambiente.

Pero, ¿podemos ver o tocar nuestros pensamientos, o emociones? No, ya que estos no pertenecen al mundo externo, sino a nuestro mundo interno

Pensamientos, ideas, emociones, anhelos, esperanzas, desengaños, etc., son interiores, y sin embargo son para nosotros más reales que la mesa del comedor o los sillones del living.

En nuestro Mundo Interno, ese nuestro mundo secreto, amamos, deseamos, sospechamos, bendecimos, maldecimos, anhelamos, sufrimos, gozamos, somos defraudados, premiados, etc.

Cuanto más exploremos este “Mundo Interno”, tanto más comprenderemos que vivimos simultáneamente en dos mundos, en dos ámbitos, el exterior y el interior; y que ambos están íntimamente relacionados entre sí.

Del mismo modo que aprendemos a caminar en el “mundo exterior”, para no caer, no perderse en las calles de la ciudad, seleccionar amistades, no asociarse con perversos, cuidarse, etc., así también podemos aprender a caminar en el “Mundo Interior” el cual es explorable mediante la técnica llamada: auto-observación.

En la auto-observación, la atención es orientada hacia dentro

Poner orden en nuestra casa interior (a veces desordenada) es vital, cuando se desea iniciar un camino de transformación personal, porque no se es feliz.

Quien no trabaja sobre si mismo es siempre víctima de las circunstancias. Por ejemplo, si no aprendemos a observar la ira, la bronca, a gestionarla inteligentemente, quedamos atrapados en ello. Con una actitud interior apropiada podemos aprender a transformar todas aquellas emociones que nos resultan densas.

Existir conscientemente depende de la conexión con nuestra alma. Y en el camino vamos a encontrarnos con el desafío de liberarnos de traumas no resueltos, conflictos, duelos, etc.

Quienes aprenden a conocer e iluminar su mundo interno, van por el camino del encuentro con su alma.

Como dijimos, la herramienta esencial es la auto-observación, que se dirige hacia lo que está sucediendo en nuestro mundo interior. Claro que cuando comenzamos esta práctica primeramente nos vamos a encontrar con nuestros aspectos menos trabajados, menos crecidos. Veamos este ejemplo: si alguien nos resulta antipático, uno advierte la multitud de pensamientos que se acumulan en la mente, el grupo de voces que hablan y gritan desordenadamente dentro de uno mismo, lo que están diciendo, las emociones desagradables que surgen en nuestro interior, el sabor desagradable que todo esto deja en nuestra psiquis, etc.

Obviamente en tal estado nos damos cuenta también de que interiormente estamos tratando muy mal a la persona a quien tenemos antipatía. Y para poder ver todo esto se necesita de una atención dirigida intencionalmente hacia adentro de sí mismo; no desde una atención pasiva.

La observación de sí es un acto consciente

Los pensamientos y las emociones son lo observado y nosotros, como un testigo, somos los observadores de aquello que nos recorre en el mundo interior. Así, aprendemos a detectar lo disfuncional, lo insano, que habita dentro nuestro, que nos está dañando.

¿Cómo podría modificar circunstancias aquel que no se conoce a sí mismo?; ¿Cómo podría conocerse a sí mismo quien nunca se ha observado internamente?

El verdadero conocimiento que realmente puede originar en nosotros una verdadera transformación tiene como origen la auto-observación directa de uno mismo.

A través de esta técnica podemos ver dentro de sí mismos, todo ese tren de pensamientos, emociones, deseos, pasiones, comedias privadas, dramas personales, discursos, excusas, etc.

La observación de sí mismo permite que penetre un rayo de luz en nuestro interior

Podemos preguntarnos:

  • ¿Qué estoy pensando?
  • ¿Qué estoy diciendo?;
  • ¿Qué estoy haciendo?,
  • ¿Qué es lo que quiero con esto?

Cuando uno de verdad quiere conocerse a sí mismo, practicando la auto-observación puede conocer las diferentes “partes oscuras o sombras” que están en nuestra personalidad, y tapan la luz interior de nuestra alma.

Solo cuando estamos alertas y vigilantes podemos auto-descubrirnos.

La vida cotidiana es una escuela maravillosa; a través de nuestros vínculos podemos descubrir esas “sombras” que cargamos en nuestro interior, y nosotros elegimos si queremos liberarnos y ser felices.

Cualquier contrariedad puede conducirnos, mediante la auto-observación íntima, al descubrimiento de esas partes oscuras de sí, ya sean éstas de miedo, ira, culpa, envidia, celos, etc. Y esto es el punto de partida que nos permite trabajar para transformar esta oscuridad en Luz.

A medida que el sentido de auto-observación siga su desarrollo mediante la práctica continua, nos iremos haciendo cada vez más capaces de percibir en forma directa aquellas partes que desconocemos de nosotros mismos. Y recordemos que eso que observamos no es lo que somos! Nuestra real esencia es Amor, Luz y Alegría. Nos olvidamos quiénes y qué somos y caímos en un sueño loco de separación de la Fuente, de nuestro Creador. Ahora se trata de recordad la eterna unidad de nuestro Ser con el Amor del Creador.

La Auto-Observación genuina es fundamental para la transformación

Mirarse internamente y observarse:

  • ¿Cuál es mi estado psicológico al levantarte?
  • ¿Cuál es mi estado de ánimo durante el desayuno?
  • ¿Estuviste impaciente con tu esposo/a?
  • ¿Por qué estuviste impaciente?
  • ¿Qué es lo que siempre te molesta?, etc.

Observar nuestras reacciones mecánicas ante todos estos pequeños detalles de la vida cotidiana; aquello que uno piensa, siente y hace.

Cada uno de nosotros se encuentra en una determinada etapa y para crecer, tenemos que descubrir todo aquello que aún desconocemos de nosotros mismos.

A medida que nosotros perseveramos en la auto-observación, este hábito se irá desarrollando naturalmente.

Aprendamos a vivir de momento en momento, atentos, despiertos, observando todo prejuicio, preconcepto; a fin de ser realmente receptivos de la Verdad que quiere manifestarse en nosotros: el Amor que somos en esencia. El pasado es pasado, y ya dio sus frutos. Necesitamos comprender la profunda significación del momento en que vivimos: el aquí y ahora.

Con sólo observar todo esto ya estamos dando un paso para nuestro despertar.

La capacidad de ver, con sinceridad, sin engañarse, ya es transformación que nos lleva a vivir desde la Verdad.

«Señor, que vea» Lc 18,41

“El único propósito de la vida humana es encender una luz en las tinieblas del mero existir.” Carl G. Jung

Desarrollar la capacidad de autocontenerse uno mismo es parte del amor.

Para tener en cuenta:

“Cuando una persona se mira a sí misma, puede ver tanto lo divino como lo propio en un solo espectro, en un solo nivel.

Y, por lo tanto, la unificación de la visión hacia uno mismo es la norma de la salud, es decir, cuando distribuimos la Luz divina por el organismo como nuestra propia Luz,como nuestra propia salud.

Por lo tanto, podemos usar esto incluso como un entrenamiento para restaurar la salud a partir de un simple postulado: como mirar a uno mismo desde el exterior, precisamente desde una fracción de consciencia aproximada, como una onda principal de consciencia, y tratar de ver la Luz de Dios de tal manera que en una fracción de Conciencia más distante esto sea un solo fenómeno, es decir, una sola Luz.

Cuando una persona usa este entrenamiento, por ejemplo, en situaciones extremas, entonces claramente puede salvarse incluso en situaciones muy difíciles”. Grigori Grabovoi, La creación del Hombre.

María Guadalupe Buttera G.

PorMaría Guadalupe Buttera G.

Nací en Santa Fe, Argentina, el 17 de abril de 1966. Me desempeño como Escritora y Comunicadora sobre Desarrollo Personal y Espiritual, facilitando procesos de transformación interior. Op. en Psicología Social. Counselor.

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