Entonces, podemos volver consciente este sentir, y como nos enseñó Bert Hellinger, le damos un lugar en nuestro corazón al hermano fallecido, expresando lo siguiente:
Te colocas en frente de tu hermano fallecido.
Señala desde dónde percibes que estás unido a él, desde tu cuerpo (como un hilo que te une a él, por ejemplo). Le dices:
“Respeto y honro tu destino, querido hermano.
Lamento que te hayas quedado tan poco tiempo en la Vida.
Dejo de echarte de menos.
Dejo de sentirme culpable de mi vida.
Dejo de sentirme no merecedor.
Te bendigo. Siempre serás mi hermano mayor y sé que tu estas en la Luz”*
De manera simbólica, visualizas que cortas lo que te unía a tu hermano, por ejemplo con una tijera. Visualizas que cortas aquello que te ataba de manera inconsciente.
Miras hacia la Luz de la Vida, una Luz potente, infinita y sientes la conexión de los rayos de Luz fluyendo hacia ti. Recibes y expandes esa Luz a tu alrededor. Con gratitud infinita.
Gracias, Gracias, Gracias.
*Los bebés que fallecen vuelven a la Luz; de manera directa regresan al Espíritu divino que es nuestro Fuente Original.