Agradeciendo reconocemos que el otro nos ha hecho un bien
“¿Qué ocurre dentro de nosotros cuando agradecemos algo a alguien?
¿Qué ocurre en él?
Agradeciendo reconocemos que el otro nos ha hecho un bien, sobre todo cuando nos ha dado algo que necesitamos para vivir, algo que lleva nuestra vida hacia delante.
Y también cuando añade algo a nuestra vida, algo que la embellece y la hace más fácil, especialmente cuando por encima de lo necesario añade algo espiritual que nos une conjuntamente a algo más grande.
Con la gratitud, reconocemos al otro por lo que nos da, y también por lo que eso significa para nosotros.
Nuestro agradecimiento adquiere particular belleza y profundidad cuando al agradecer miramos más allá del otro. Cuando vemos detrás de él y con él a sus padres. Cuando junto con él reconocemos también a sus padres y cuando en el agradecimiento hacia él también incluimos a sus padres.
Pero más allá de él miramos sobre todo a aquella fuerza que tanto a nosotros como a él y a todo lo que hacemos nos pone y mantiene en movimiento. Entonces nuestro agradecimiento nos une no sólo a él, sino también a algo más grande que nos enriquece todavía más.
A veces nuestro agradecimiento le quita algo al otro. Por ejemplo cuando le agradecemos algo excesivamente. En ese momento nos interponemos entre él y las fuerzas que nos sostienen. Este agradecimiento más bien separa que une. Nos hace menos humanos.
El agradecimiento más hermoso es la alegría por el otro y por lo que mutuamente nos regalamos.
Este agradecimiento se manifiesta en el resplandor de nuestras caras cuando tomamos y damos. Ese resplandor une de una manera especial, puesto que en él reconocemos al mismo tiempo lo nuestro”.
Por Bert Hellinger
¿Qué ocurre en él?
Agradeciendo reconocemos que el otro nos ha hecho un bien, sobre todo cuando nos ha dado algo que necesitamos para vivir, algo que lleva nuestra vida hacia delante.
Y también cuando añade algo a nuestra vida, algo que la embellece y la hace más fácil, especialmente cuando por encima de lo necesario añade algo espiritual que nos une conjuntamente a algo más grande.
Con la gratitud, reconocemos al otro por lo que nos da, y también por lo que eso significa para nosotros.
Nuestro agradecimiento adquiere particular belleza y profundidad cuando al agradecer miramos más allá del otro. Cuando vemos detrás de él y con él a sus padres. Cuando junto con él reconocemos también a sus padres y cuando en el agradecimiento hacia él también incluimos a sus padres.
Pero más allá de él miramos sobre todo a aquella fuerza que tanto a nosotros como a él y a todo lo que hacemos nos pone y mantiene en movimiento. Entonces nuestro agradecimiento nos une no sólo a él, sino también a algo más grande que nos enriquece todavía más.
A veces nuestro agradecimiento le quita algo al otro. Por ejemplo cuando le agradecemos algo excesivamente. En ese momento nos interponemos entre él y las fuerzas que nos sostienen. Este agradecimiento más bien separa que une. Nos hace menos humanos.
El agradecimiento más hermoso es la alegría por el otro y por lo que mutuamente nos regalamos.
Este agradecimiento se manifiesta en el resplandor de nuestras caras cuando tomamos y damos. Ese resplandor une de una manera especial, puesto que en él reconocemos al mismo tiempo lo nuestro”.
Por Bert Hellinger