Des-cubrir la riqueza del Ser
Que habita en lo profundo de nuestro interior

Un mendigo había estado sentado más treinta años a la orilla de un camino.
Un día pasó por allí un desconocido.
-“Una monedita“, murmuró mecánicamente el mendigo, alargando su vieja gorra de béisbol.
-“No tengo nada que darle“, dijo el desconocido.
Después preguntó:
-“¿Qué es eso en lo que está sentado?”
-“Nada“, contestó el mendigo. “Sólo una caja vieja. Me he sentado en ella desde que tengo memoria“.
-“¿Alguna vez ha mirado lo que hay dentro?”, preguntó el desconocido.
-“No” dijo el mendigo. “¿Para qué? No hay nada dentro“.
-“Échele una ojeada“, insistió el desconocido.
El mendigo se las arregló para abrir la caja. Con asombro, incredulidad y alborozo, vio que la caja estaba llena de oro.