El drama del niño dotado

El drama del niño dotado

Un libro de Alice Miller

La psicóloga Suiza Alice Miller ha escrito en 1979 el libro “El drama del niño dotado”.
Al comienzo del libro, Alice Miller nos da la clave de los traumas en la infancia y su repercusión en la vida adulta:

«La experiencia nos enseña que, en la lucha contra las enfermedades psíquicas, sólo disponemos, a la larga, de una sola arma: encontrar emocionalmente la verdad de la historia única y singular de nuestra infancia». 

La autora analiza las causas que pueden conducir a lo que se conoce como pérdida de identidad.
Muchas personas, en su infancia, reprimen sus necesidades afectivas y sentimientos más intensos, como la ira, la angustia, el miedo, el dolor…, para conseguir así el afecto y la aceptación de sus padres.

Esta actitud, según la cual la persona se comporta como cree que se espera de ella, supone a la larga un aniquilamiento de la propia personalidad: ya no es ella misma, sino que adopta el papel que los demás quieren que represente. 

Esta actitud se presenta generalmente en personas con una altísima carga emocional, que ante la falta de afecto, comprensión, aceptación o el reconocimiento por parte de los padres, desarrollan un mecanismo de defensa que se basa en la negación de la necesidad de estas faltas.

La persona se torna extremadamente complaciente. Comienza a coincidir con el modelo de hijo que sus padres esperan que él sea, y es a éste modelo a quien sus padres aceptan y estiman, no al verdadero, por lo que las necesidades de aceptación y cariño nunca serán satisfechas verdaderamente.

Estos niños se convierten en pequeños adultos, capaces de tomar responsabilidades que no les corresponden. Así, las actitudes consideradas como defectuosas son inmediatamente eliminadas, no sienten celos, envidia, rabia, miedo, desarrollan todo un arte para escindir sentimientos. Estos niños no manifiestan berrinches ni pataletas, no exigen ser consentidos ni mimados, se vuelen receptivos pero no demandantes, así que sus padres no notarán ni llenarán sus necesidades.

Esto provoca que comience a buscar sus necesidades en otra parte, por lo cuál debe ganarse la aceptación de nuevas personas. Para esto debe necesariamente conocer qué se espera de él. Es aquí donde entra en juego la habilidad que desarrollan estas personas ya que se especializan en inmiscuirse en la mente de su interlocutor, para saber que se espera de él y qué rol desempeñar.

Los problemas comienzan cuando termina sumido en un mundo donde necesita fingir constantemente ser alguien que él no es, con el fin de obtener ilusoriamente la aceptación y cariño de quienes le rodean.

Esto lo irrita, generando actitudes o acciones de protesta a modo de llamados de atención, si esta alerta no es bien entendida generará represalias de parte de sus congéneres, debido a que los padres verán esta situación como un desvío del carácter de su hijo, el cual debe ser castigado y corregido (“no entiendo que le pasa, mi hijo no es así”) por otro lado sus iguales, desconcertados de su cambio de carácter reaccionan con burlas (“mira lo que dice, que tonto es”).

Esta situación acrecentará la sensación de no ser aceptado y aumentará la tendencia a fingir. Está inmerso en un mundo hostil donde entiende que se le castiga por ser auténtico, ya que no se le quiere como es (“no estoy a la altura, no soy digno de cariño”), así que debe ser distinto de cómo es.

Su elevada carga emocional produce una hipersensibilidad que no juega a su favor. Si es constantemente objeto de agresiones y se ve limitado para expresar libremente sus sentimientos y debe contenerlos, entonces sus emociones se tornan en su contra, se convierten en un constante flagelo, una carga que no vale la pena llevar, por lo que son erradicadas, se entierran en algún lugar del inconsciente, se bloquean. Suelen tener pesadillas en donde las emociones son representadas por alguna amenaza que los persigue.

Cada cierto tiempo, irá probando disimuladamente dejar salir ciertas “pistas” sobre su verdadera opinión o sensibilidad ante situaciones, por lo que un ambiente de aceptación le ayudaría a revelarse libremente y a salir de esta esclavitud, pero su hipersensibilidad lo torna muy “quisquilloso” y es fácilmente ofuscado por cualquier actitud de rechazo, recayendo en su actitud inicial, con el tiempo esto le puede desarrollar una compulsión a la repetición, donde cada vez que lo intente fracasará, alejando las ganas de volver a intentarlo y reforzando el problema, lo que se convierte en un círculo vicioso.

Es así como su mundo interno se cierra, se esconde, y cada vez le es más difícil reconocer quién es realmente, y más fácil interpretar un rol o adoptar un carácter que no le pertenece, ya que sin un yo interno, se vuelve un perfecto espejo para sus interlocutores, lo que aumenta suhabilidad para conocer lo que los otros quieren. 

Este constante fingir que desencadena gradualmente la pérdida de identidad, es decir, del verdadero yo, y la no aceptación repercutirán en una pérdida de la autoestima, ambos se sumarán a la carencia de satisfacción de las necesidades afectivas y podrían producir una fuerte depresión.

Si estos tormentos vividos durante las malas experiencias de su niñez no se han superado, la persona no abandonará la idea de que sus emociones son un flagelo.

Ante esto, se observa como mecanismo de defensa, el evadir cualquier situación que comprometa algún lazo sentimental, ante cualquier indicio de posible mala experiencia la persona evitará la situación, y si no le es posible, entonces simplemente bloquea sus sentimientos: “no les permitiré hacerme daño”.

De esta manera, van desarrollando un alto control de sus emociones y de su cuerpo. Por lo general no lloran, no se alteran, no sienten miedo, ni suelen extrañar, tienen una enorme capacidad de rendimiento, pueden trabajar durante días sin distraerse o durmiendo muy poco. Esto se vuelve su arma contra su baja autoestima y su mejor herramienta para obtener reconocimiento (“ellos no pueden lo que yo puedo”), así que no dudará en auto-exigirse, a pesar del daño físico y mental que esto le provoque.

Este bloqueo del mundo emocional genera un elevado nivel de estrés; y si se prolonga demasiado tiempo se podrían presentar síntomas psicosomáticos, como trastornos de sueño, salpullidos en la piel o calambres musculares. En el peor de los casos puede incluso desembocar en ataques de pánico.

Los vínculos se observan con una supuesta falta de apego, no importa cuanto se le quiera o él llegue a querer, siempre se sentirá distante, no aceptado. Lamentablemente tendrá razón, puesto que inconscientemente sabe que no es a él a quien aceptan, sino al “personaje” que caracteriza para ellos.

Suelen ser de naturaleza antisocial y no buscan compañía, pero cuando alguien se les acerca reaccionan inmediatamente como un espejo, siendo el mejor amigo que se pueda tener, debido a sus aptitudes y disponibilidad. O puede ser el peor enemigo que se pueda imaginar, debido a sus represiones que los pueden volver muy cruel y testarudo. No obstante olvidará rápidamente estos lazos si se le deja de lado, ya sea el rencor de un enemigo distante o amigo poco constante; ya que los sentimientos arraigados en él están relacionados con lazos familiares mucho más antiguos.

Su habilidad para entrar en la mente de otros lo lleva a conocer y entender de tal manera a quienes lo rodean que desarrolla un aprecio incondicional por ellos, le es casi imposible enojarse con alguno de ellos o culparlos de sus defectos y errores, incluso si es ofendido o traicionado, ya que entiende sus acciones y las circunstancias que determinaron su actuar:  “sabía que reaccionaría así”.

Notará rápidamente si le mienten, pero disimulará ser engañado si sabe que su contraparte necesita esconder la verdad. Es extremadamente comprensivo y finalmente genera un “amor fraternal”, este lo incita a ayudar a sus cercanos, principalmente a superar sus problemas internos.

Será el confidente perfecto a la hora de una crisis, siempre dispuesto a escuchar y aconsejar. Su habilidad psicoanalítica le será muy útil aquí, y hasta es probable que finja necesitar ayuda y la pida a un amigo que sabe que se siente menoscabado, solo para reafirmar en éste su autoconfianza. La práctica le ha proporcionado una gran capacidad para comprender el mundo interior.

Como contraparte a su gran calidad humanitaria, suele ser también un hábil manipulador, aunque rara vez busca obtener ventaja de ello. Cuando se revela, suele presentar más de un arranque de ira, generalmente dirigido a las personas que lo han rechazado o agredido anteriormente. Estos ataques son cortos, pero certeros, ya que saben perfectamente donde herir. Tras el daño provocado se presenta una grave sensación de culpa, un arrepentimiento que lo hará dudar a la hora de manifestar nuevamente su agresividad, acentuando la represión y distanciando estos ciclos de revelación.

Este individuo suele necesitar mucho tiempo para estar solo, ya que busca encontrarse a sí mismo, y constantemente se tiende a sentir agobiado con la compañía de otros, ya que obstruyen esta búsqueda.

Difícilmente dirá lo que piensa ni demostrará lo que siente, suele evadir el contacto visual directo, para lo cuál ha desarrollado varias artimañas, como no sentarse frente a su interlocutor, mostrarse distraído o estar pensativo durante la sesión. Pasa gran parte de su tiempo evadiendo la realidad directa que le rodea, ya sea leyendo, viendo televisión o sumido en su trabajo.

¿Cómo liberarse?

Una vez que el problema es identificado y aceptado, comienza el proceso de afrontar sus malas experiencias vividas, debe de una vez por todas hacer el duelo por su niño herido.

Y como piensa que no es capaz de tolerar más amargura, es necesario hacerlo tomar conciencia que ya no es un niño, y que tendrá la fortaleza para afrontar esas situaciones. Paradójicamente, estos niños heridos suelen desarrollar una gran fortaleza interna, debido a los años de represión, insatisfacciones y depresión, pero no están conscientes o convencidos de esto.

El proceso no es nada fácil, la depresión se cambia por un estado de melancolía o pena. Se vuelven a presentar las emociones, más intensas que nunca, debido al tiempo que llevan reprimidas en el interior. No es raro que tienda a desertar y a querer volver a la comodidad su estado anterior.

Una vez superada esta etapa, se encuentra ante una situación de fragmentación interna:

por un lado la dimensión mental muy desarrollada, con una elevada madurez a nivel laboral o intelectual.

por otro lado la dimensión emocional que no se ha desarrollado debido a su negación, por lo que los sentimientos se presentan bruscos, indefinidos y desordenados, en una forma tan básica y primitiva como en su niñez.

La persona oscilará entre un estado y otro, se sentirá incómodo y desconcertado (“no sé lo que debería sentir”), podrá resolver problemas de alta complejidad y asumir responsabilidades mayores a las que le corresponden, pero se agobiará con situaciones normales de la vida cotidiana. Se sentirá vulnerable y a la deriva hasta encontrar el equilibrio.

En el camino irá descubriendo lo que le agrada y lo que no, alguna habilidad propia, poco a poco  comenzará a vincularse más profundamente con otras personas o recuperará los vínculos perdidos. Finalmente quedará liberado para comenzar la búsqueda de su propia identidad, de su verdadero yo.

Este libro revela ese tipo de personalidad que se negó a sí misma en la infancia, simplemente porque era lo suficientemente inteligente para saber lo que los otros esperaban de sí misma y estaba dispuesta a satisfacer a su entorno a cambio de un poco de amor. 

Alice Miller nos lleva al origen de muchos trastornos de la personalidad que comenzaron en ese niño/a que nadie enseñó a escucharse a sí mismo/a y de esta forma no supo nunca quien realmente era.

Síntesis de Maria Guadalupe Buttera sobre un articulo enviado por Magdalena Lastra.

«Turbado en su interior» (Jn 13,21)


Era de noche» (Jn 13,30)


«Ahora el Hijo del hombre es glorificado,
y Dios es glorificado en Él» (Jn 13,31)

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María Guadalupe Buttera G.

PorMaría Guadalupe Buttera G.

Nací en Santa Fe, Argentina, el 17 de abril de 1966. Me desempeño como Escritora y Comunicadora sobre Desarrollo Personal y Espiritual, facilitando procesos de transformación interior. Op. en Psicología Social. Counselor.

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