Todos estamos conectados
Sobre el campo morfogenético
El campo mórfico o morfogenético, es un campo de información, un campo de conciencia que contiene toda la información relacionada con una especie en particular.
La teoría de los campos morfogenéticos fue desarrollada por un biólogo y científico británico, Rupert Sheldrake.
Tomando referencia al vuelo de aves, o a considerar las moléculas proteicas del cuerpo humano o la formación de diferentes células a partir de una sola célula y ADN, Sheldrake detecta la presencia de una fuerza invisible presente en el sistema pero no identificada por uno de sus componentes, pero si por el sistema mismo.
Este “campo mórfico”, responsable de la organización, estructura y forma del sistema, tendría su propia memoria, determinada por la contribución de cada miembro.
Es un campo cuántico al que todo el mundo está conectado y con el que todo el mundo entra en una relación (resonancia mórfica), es una especie de conciencia colectiva, una sola conciencia hecha por la conciencia de todos los individuos.
Varios científicos han demostrado la existencia de campos mórficos.
Uno de los más famosos es el del estudio de un grupo de monos, en el que se puede ver que cuando un individuo del grupo aprendió algo, el mismo conocimiento se transmitió a todos los individuos del grupo.
El conocimiento universal es completamente transferible a todos:
Grigori Grabovoi nos dice:
“Podemos decir que este conocimiento universal es completamente transferible a todos, incluso a aquellos que, por ejemplo, no están comprometidos actualmente o ni siquiera saben que es posible realizar la vida eterna. Y la forma de pasar este conocimiento universal [el que la vida eterna se pueda materializar] para todos, a través del sistema, por ejemplo, de la conciencia colectiva, puede también ser simplemente en la forma de una secuencia numérica. La secuencia numérica es la siguiente: 491, después imagine a todo el mundo infinito, luego 894, más tarde imagine que dentro de cada objeto, dentro de cada molécula, dentro de cada acción existe un mundo infinito. Y, la siguiente parte de la secuencia es 891. Por lo tanto, obtenemos nueve dígitos y dos visualizaciones. Y si deseamos pasar simplemente estas secuencias a todos a nivel de las estructuras colectivas de la conciencia, vemos simplemente la esfera de la conciencia colectiva e introducimos mentalmente esta secuencia.” Grigori Grabovoi “Tecnologías del desarrollo eterno. El desarrollo del espíritu y la conciencia en la vida eterna” 17 de otubre de 2015
Visualicemos
Visualicemos la esfera de la conciencia colectiva e introducimos mentalmente esta secuencia
491 894 891
Labor Personal
🌟Visualizamos la esfera de nuestra conciencia y la esfera espiritual de Dios. Insertamos la esfera de nuestra conciencia en la esfera espiritual de Dios, sentimos que estamos contenidos en ella, y todo se normaliza en nuestro cuerpo, en nuestra vida. Es decir, al entrar en la esfera espiritual de Dios entramos en la Norma Divina: tal como Dios nos creó.
Podemos expresar:
“Las Leyes Divinas gobiernan mi vida”
“Las Leyes Divinas gobiernan nuestra vida”
🌟Luego hacemos lo mismo pero con la esfera de la conciencia colectiva, ese campo morfico que abarca a todos los seres vivos.
Insertamos la esfera de la conciencia colectiva en la esfera espiritual de Dios; vemos con nuestra mirada espiritual como la conciencia colectiva se va impregnando de información de las leyes divinas, información real de conocimiento creador.
Podemos expresar:
“Las Leyes Divinas gobiernan nuestra vida”
“Las Leyes Divinas gobiernan la vida de todo y todos”
Para meditar
“…podemos resolver todo un complejo de enfermedades con la mera inserción de la función de nuestra conciencia en la esfera espiritual de Dios y al mismo tiempo vemos, con la vista física o con la vista espiritual o con la vista del Alma, vemos el Cuerpo Físico del Dios Único. La reconciliación espiritual de estas dos esferas en la percepción del hombre lleva a la purificación completa del cuerpo físico del hombre”. Grigori Grabovoi, Enseñanza de Grigori Grabovoi sobre Dios y el Hombre, 2.09.2003